miércoles, 21 de junio de 2017

Madres sin pedir permiso: lesbianas y autogestión reproductiva

www.pikaramagazine.com           Emilia Laura Arias Domínguez                         07/06/2017

El auge de la inseminación casera en España, el tercer país del mundo líder en tratamientos de fertilidad, inquieta a la industria de la reproducción asistida. Las lesbianas que buscan alternativas más baratas y menos medicalizadas que los tratamientos en clínicas se exponen a trabas a la hora de registrar a sus bebés. 

Loreto tuvo un hijo por inseminación artificial en 2013 a través de una clínica privada. Para el segundo embarazo ella y su pareja, otra mujer, decidieron optar por comprar semen a un banco de esperma, Cryos, que suministra por correo a clínicas y a particulares. Loreto y su pareja decidieron hacerlo así porque querían evitar la hormonación, las pruebas y “porque en las clínicas son muy peseteros”, suelta. 

(...) 




La odisea de registrar un bebé con dos madres

María Rodó trabajó activamente en la campaña feminista por el derecho a la reproducción asistida en Cataluña para mujeres solteras y parejas de lesbianas. La pelea no se terminó al lograr el acceso a los tratamientos de la sanidad pública: “Nos trataban fatal: nos patologizaban, aunque nuestra situación no tenga nada que ver con la de una mujer que lleva años intentando ser madre”, defiende.
Finalmente, las activistas han conseguido que el protocolo que regula la reproducción asistida pública en esta comunidad autónoma recoja que las mujeres con pareja mujer o solteras que no tengan problemas de fertilidad pueden realizar cuatro intentos de inseminación sin necesidad de hormonarse.
Pero una vez logrado el acceso se han encontrado otra piedra en el camino: trabas a la hora de registrar a sus hijos e hijas. Rodó y su mujer tienen un niño de un año. Pagaron menos de 800 euros a Cryos por una muestra. Los problemas llegaron cuando fueron a registrarlo. “La magistrada que nos tocó no aceptaba de ninguna manera los papeles que teníamos. Nos amenazó directamente, se enfadó, nos trató fatal, dijo que no lo registraría… En Cataluña te piden un consentimiento informado de la clínica porque el código civil catalán así lo dice”, cuenta. Tuvieron que empadronarse en otro lugar y pedir más documentos a Cryos que verificasen que las mismas que compraron la muestra eran las que registraban al bebé. La activista ve en estas trabas una manera de desincentivar la autoinseminación.
Actualmente, las parejas de mujeres deben entregar un certificado emitido por un centro de reproducción humana español y estar casadas para inscribir a sus bebés, algo que no deben hacer las parejas heterosexuales. La razón que dan para pedir este certificado a las lesbianas es evitar una futura demanda de paternidad del donante. Para muchas esta es una interpretación discriminatoria de la ley.
En febrero, Brenda y María José, un matrimonio de mujeres, reclamó que su tercer hijo también fuera reconocido como hijo de ambas después de que un juez de Dénia les pidiera pruebas de que había sido concebido por técnicas de reproducción asistida, algo que no se pide a las parejas heterosexuales. Ellas recogieron 100.000 firmas para que el juez rectificase. La Dirección General de los Registros y del Notariado resolvió el recurso a favor de las solicitantes. Un funcionario les llegó a decir: “¿Y si habéis engañado a un hombre?”
Elena Longares es una activista LGTBQ catalana que desde hace años pelea para que las instituciones y la sociedad traten de igual manera a las parejas de lesbianas. Ella también participa en la campaña que unió a feministas y activistas LGTB para luchar por el acceso a tratamientos de reproducción asistida públicos. Desde agosto, está apuntada a un programa de la sanidad pública catalana. “Me encantaría poder hacerlo en casa, con mi pareja y en la intimidad pero eso lo complica todo porque nos arriesgamos a que el registro civil de Barcelona no nos deje inscribir al bebé o la bebé”, dice.
Longares explica que existe una especie de vacío legal o interpretación libre de la ley porque con el certificado que dan en el banco de esperma danés sería suficiente. Para ella, la cuestión es que “no tragan que una mujer gestione su salud reproductiva y decida cuándo y cómo se puede quedar embarazada sin que haya un hombre, una clínica o una autoridad médica.”

(...)

Para leer el articulo completamente click en el siguiente enlace:

No hay comentarios:

Publicar un comentario