Cristina Carro 7-10-2016 www.pikaramagazine.com
Cristina Carro recrea
una hipotética reunión de los creativos que diseñaron el anuncio viral
del Salón Erótico de Barcelona y se pregunta: ¿qué tiene de rompedor un
mensaje que complacerá a su público objetivo, los hombres progres?
No hacía ni dos semanas que había cogido en la biblioteca Porno feminista: políticas de producir placer. Como
todos los temas en los que no estoy absolutamente segura de cuál es mi
postura, este de las relaciones entre el feminismo y el porno me
interesa sobremanera ya que poco más conozco que algunos nombres como
Erika Lust y algún título como Cinco historias para ellas.
Pero, como decía, no hacía ni dos semanas que había cogido este libro y
había empezado a reflexionar sobre el particular cuando la red se
incendió de aplausos de intelectuales (¿vale llamar intelectual a un
político?) al vídeo promocional del Salón Erótico de Barcelona.
Para ver el vídeo al que se refiere:
Como a mí estos políticos (a los que antes he
llamado, sin querer, intelectuales) me solían caer muy bien antes de que
sus egos desmedidos y las campañas de marketing pergeñadas para ellos
(¿y por ellos?) se comieran a las personas meramente televisivas que un
día fueron, me puse a ver el vídeo. Y, la verdad, lo que me encontré me
dejó bastante tibia. Al margen de las asociaciones entre porno y
feminismo (que, ya les aviso a modo de antispoiler, no voy a
valorar en este artículo porque aún no he investigado y repensado el
tema lo suficiente) lo que me pareció increíble era el nivel de
topicazos del vídeo en cuestión. ¿En serio a dos personas formadas como
estos dos políticos les parece rompedor un vídeo de mensaje tan simplón y
complaciente? Porque si hay algo que es este vídeo, además de muy
efectivo y visualmente potente, es complaciente con el público al que va
dirigido. Totalmente complaciente.
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