Portada del libro
No hace mucho reseñé a mi forma el fabuloso ‘La Cerda Punk’
de Constanza A. Castillo y esto será otro intento de contaros lo que he
aprendido en estas 105 páginas de la susodicha obra que nos atañe.
Venimos (aunque deberían decir “vienen”, porque yo no había nacido)
denunciando desde los años 70 que este intento de reprimir la existencia
de los cuerpos gordos con la excusa de la medicalización de nuestras
carnes, se llama GORDOFOBIA y poco o nada tiene que ver con una
preocupación real por nuestra salud a cualquier nivel. Utilizar
prácticas discriminatorias y hasta vejatorias en el nombre del
sacrosanto índice de masa corporal, es algo que no podemos soportar ni
un maldito segundo más. Gracias a los importantes esfuerzos de la página de Orgullo Gordo
y a la mismísima Wikipedia, es ya fácil descubrir que esa triquiñuela
de hacernos pensar que por dividir nuestra altura entre nuestro peso al
cuadrado, contaremos con una bola de cristal que nos contará todos los
males y no males de nuestro futuro es un insulto a nuestra inteligencia,
y quien a día de hoy siga exigiendo “por su bien” los últimos análisis
de sangre a quien use una talla superior a la 44, no se está enterando
de nada.
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http://www.pikaramagazine.com/2016/06/las-panzas-subversas/
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